Estaba nublado tal y como me sentía desde que llegué. No conseguía sentir con claridad, ni ver como lo hacen aquellas personas que han aprendido a mirar. Todo se me estaba quedando dentro.
La playa aún pareciendo igual a la de otros sitios, tenía algo diferente que quería averiguar sentada en mi toalla observando el mar alborotado por la brisa que me despeinaba, que hacía que dos chicas árabes se taparan con sus toallas, que la tres abuelas a mi izquierda no se quitaran la ropa que cubría sus bañadores de los 60 y que se llevara la pelota de un grupo de adolescentes que se regalaban constantes insultos al más puro estilo andaluz aún pareciendo marroquíes.
La ciudad era confusa, húmeda y calurosa, cosa que contrastaba con la sequedad de los edificios. Llevaba allí unos días preguntándome dónde estaba la belleza que me habían dicho que tenía la ciudad. Pensé que quizás necesitaba más tiempo para comprender todo lo que sucedía ahí a diario. Tal vez era demasiada información en muy poco tiempo, demasiados problemas, demasiadas vidas sin vida...
Así comenzó mi viaje y así me encontré de nuevo con la funámbula.
domingo, 26 de septiembre de 2010
martes, 7 de septiembre de 2010
No volveré a ser joven
Anoche me tropecé con las palabras de Gil de Biedma que me retumbaron durante un buen rato en mi cabeza y con ellas las imágenes de todos aquellos que están pasando su juventud en silencio. Me acordé de Melilla, del color de los rostros que conocí allí y que no podré reproducir porque el dolor no tiene color.
Hoy, sin buscarlo, vuelvo a recuperar las mismas sensaciones cuando ordeno los recuerdos de una vida que no viví aquí y sin embargo están aquí y ahora. Son varios años atrás acumulados y mezclados en un bolso que no llegué a estrenar, un bolígrafo que ya no tiene tinta, otro que no me pertenece pero siento que es mío, otro reciclado, otro con el que decido escribir y otro que me recuerda que tengo que pintar y sin pensarlo me guía en estos garabatos...
Hoy, sin buscarlo, vuelvo a recuperar las mismas sensaciones cuando ordeno los recuerdos de una vida que no viví aquí y sin embargo están aquí y ahora. Son varios años atrás acumulados y mezclados en un bolso que no llegué a estrenar, un bolígrafo que ya no tiene tinta, otro que no me pertenece pero siento que es mío, otro reciclado, otro con el que decido escribir y otro que me recuerda que tengo que pintar y sin pensarlo me guía en estos garabatos...
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